viernes, 22 de agosto de 2008

"La crisis", por Joaquim Bochaca


Todos hablan de crisis económica, unos por ignorancia, otros por mala fe, y la mayoría por inercia mental. Y sin embargo, si hay algo que aparezca con meridiana claridad, es que no puede haber ninguna crisis económica.

La crisis es simplemente financiera.

Porque si la Economía se compone de tres partes: Producción, Consumo y Distribución, el fallo está, única y exclusivamente, en la última parte, la menos “económica” de las tres.

En efecto, si las máquinas progresan a ritmo geométrico y la demografía occidental permanece estacionaria, cuando no en retroceso, es evidente que la Economía debería mejorar casi a diario, y los precios bajar. Si una Comunidad produce más bienes y servicios en una unidad de tiempo, sin aumentar la población, o aumentando ésta a un ritmo netamente inferior a la productividad, bajarán en barrena los precios por la simple dinámica de los hechos.

Sin embargo todos sabemos que no es así, ¿Por qué? ¿Por qué las empresas quiebran a millares en todo Occidente, mientras sólo progresan, insultantemente, los Bancos y entidades de “servicios financieros”? ¿Cómo es posible que este hecho clarísimo no llame la atención y provoque la indignación de los más? Aun sin ahondar en el problema, sin necesidad de estudiar someramente la problemática y la operatividad de la Finanza, debe aparecer más que claro para la inteligencia más mediocre que si la producción alcanza cotas inimaginables hace sólo unos años, mientras que la gente sigue deseando consumir, el defecto actual sólo puede estar en la distribución; es decir, la Finanza.

FINANZA Y PODERCuando aludimos a la enfermedad de la Distribución, causante de la actual crisis “económica”, nos referimos, insistimos, a la Finanza. Con ellos entramos en el problema del dinero, ese instrumento de cambio de bienes y servicios, del que casi nada se sabe.
En España especialmente, el desconocimiento acerca de la naturaleza del dinero es casi increíble, incluso entre altos cargos directivos de las empresas. La creencia general es que se trata de unos trocitos de papel con los que se “compran” cosas.

La realidad es que esos trocitos de papel o metal representan, en el conjunto de un país occidental, apenas un 4% de los que es el verdadero “dinero”. En grandes potencias industriales, como USA, no llega ni siquiera al 3%.

En realidad lo que la gente llama “dinero”, no es más que la “calderilla”.
El resto es una fenomenal sobre estructura de créditos, manejada por Bancos; o mejor, por el sistema bancario. Una ficción que amenaza con llevar al mundo a la bancarrota como ya lo hizo durante la década de los 30.

En toda comunidad humana regida por principios serios y éticos, el objetivo de la producción es el consumo y no la rentabilidad del capital. La industria, la agricultura, y los servicios deben cubrir la demanda real -exclusivamente real y no la artificial, generada por un exceso de publicidad- y no asegurar beneficios inauditos al actual sistema usurario imperante.

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