domingo, 16 de noviembre de 2008

El planeta americano

Si el comunismo ha mostrado su fracaso real, el capitalismo que se reinstaló con Reagan ha enseñado de sobra sus propósitos. [...] América se desacreditó con la crisis económica y vietnamita de los setenta, pero veinte años después vuelve con una determinación mayor. Ahora no se trata sólo del cine, la música, los vaqueros o la séptima flota, sino de una presencia cada vez más obsesiva en los modelos de información y decisión. Con una consecuencia cultural de primer grado: la extensión del concepto americano de la vida conlleva la perturbación de más de media humanidad y el empobrecimiento cultural de casi cualquier mundo. Para ellos, no hay en ese contagio dramatismo alguno; dan lo que tienen de sí en su espontánea visión de convertir el planeta en el planeta americano. De esa manera - pueden pensar- se habrá eliminado la humanidad de su pretérito y, como Estados Unidos, renacerá ex novo. Para el espíritu americano todo el mundo es un mercado único, no importa si en la heterogeneidad de los parajes aparecen en unos gentes con aspecto de hindúes y en otros gentes con rostro de filipinos, suenan voces de almuecines o tradiciones milenarias. Su propio país es una área exenta y sin raíces afianzadas. No sienten que avasallan a nadie extendiendo sus dogmas mercantiles, sus malls, su religión laboral o sus hamburguesas, puesto que la velocidad de la transacción exige un suelo aplanado y continuo.
[...] Día tras día la diversidad del globo convertido en mercado global tiende a transformarse en un remedo de Estados Unidos. No importa si se trata de la civilización europea o la oriental, la americanización va deglutiendo los estilos de vida, los valores, los mitos, la manera de vestir o de cenar.

Se presenta Norteamérica como el anticipio del futuro del mundo. Un melting pot ya en proceso de ser servido como el menú del porvenir. Pero ¿cuál es en realidad el valor de ese guiso si se compara con el que se ha venido cocinando en la historia de Europa? [...]

Los americanos son vendedores excelentes. Han alcanzado a vender su sistema hasta hacerlo creer la encarnación del futuro, pero, de hecho, Estados Unidos carece de proyecto humano para el porvenir.

Abatido el comunismo, concluida la época de las dictaduras, extendida la democracia por el mundo, nació un tiempo en el que no parecía existir una meta por la que pugnar. Pero ahora, en el avance totalizador americano, se dibuja una amenaza a la que Europa en primer lugar ha de encontrar el modo de oponerse. El deseo de contrarrestar esta orientación empieza ya a ser audible dentro y fuera de Estados Unidos. En apoyo de un modelo alternativo (en contra del absolutismo del mercado, el culto al dinero, el cultivo del miedo, el miedo al otro) se encuentran no sólo otras zonas y ciudadanos del mundo, sino millones de americanos infelices dentro de una máquina que podría hacerlos picadillo a la sombra de un McDonald's y bajo la flameante bandera del mercado libre.

El planeta americano
Vicente Verdú


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