martes, 11 de noviembre de 2008

De misiones de paz, de hijos de puta y de solidarios de hijos de puta

En el momento que escribo estas líneas acaban de morir dos soldados españoles en Afganistán. La insolente hipocresía del sistema político en el que vivimos está realizando ímprobos esfuerzos por maquillar el desgraciado suceso y pintarrajear la realidad de un acto de guerra en toda regla, de un ataque bélico… para que parezca un “accidente” dentro de la mascarada ficción de “misión de paz”.
Se trata de encandilar a una sociedad sin valores para que acepte sumisamente una contradicción dentro de esa cultura ñoña que desde hace décadas se segrega en lo que se conoce por Occidente. La contradicción estriba en que, siendo el llamado “pacifismo” una de las ideas-fuerza de la cultura de la sumisión, esa sociedad atontada por la demagogia “pacifista” acepte sumisamente la implicación de su país en una guerra con todas las de la ley… es más, de una guerra provocada por una invasión de un país que está situado -vaya por Dios- en una encrucijada vital para los intereses geoestratégicos del mercadeo mundial del petróleo y del gas, fuentes de energía decisivas en la reestructuración de la globalización post-neoliberal, ya que el neoliberalismo está herido de muerte tras el crack financiero de los últimos meses… y lo que te rondaré morena.
Vemos así que el llamado “pacifismo” no es un valor de consistencia y entidad como podían ser los valores clásicos: heroísmo, patriotismo, honor, sabiduría, amistad, esfuerzo, trabajo, familia, identidad… es más, ni siquiera el llamado “pacifismo” es un valor en el sentido estricto, ni genérico… y eso que ya es difícil. Ya que el llamado “pacifismo” sólo apela a unos sentimientos y al campo de las emociones, estructuras psicológicas esplendidas para ejecutar las operaciones de sumisión y manipulación de masas a escalas inquietantes.
Sólo así se comprende cómo el llamado “pacifismo” sirvió en su día para criticar la invasión de Irak y hoy sirve para avalar otra invasión de otro país (el Ejército español está en misión de paz, nos aleccionan y repiten).
Y que los mismos que lanzaban a las gentes a las calles para “oponerse” a la guerra de Irak, apoyen con tropas españolas esta otra invasión. ¿En qué ha cambiado la cosa para que antes NO y ahora SI?, pues muy sencillo, antes había que oponerse porque convenía como estrategia necesaria para alcanzar el poder y alimentar la ficción de “independencia” por parte de las izquierdas atlantistas. Izquierdas que forman tanto parte del partido de la guerra como las derechas neocon.
Es más, los mismos poderes internacionales que patrocinaban la invasión veían muy bien esas protestas contra la invasión porque no iban a llegar a nada, eran una coartada perfecta para generar ilusión “democrática” y los que monopolizaban las protestas eran sus “chicos": izquierdas atlantistas que en la oposición podían y debían oponerse “de mentirijillas” pero con la condición de que “colara” y tuvieran encandiladas a sus respectivas poblaciones. Luego, en el gobierno, por supuesto que apoyarían la invasión y todas las que se terciasen. Pero había que montar el “paripé”.
Y efectivamente, en el gobierno las izquierdas atlantistas recurren al manido enganche del llamado “pacifismo” para legitimar esta otra invasión. Se nos dice que estamos allí para defender la “paz” mundial, amenazada por el terrorismo internacional… ¡oh, qué miedo, si hasta parece el Apocalipsis con el Anticristo encarnándose en Ben Laden!
Como vemos, el llamado “pacifismo” es un mero enganche comodín que como un chicle se estira y sirve tanto para un roto como para un descosido.
Y es que los valores son eso… VALORES. Y los clichés de “enganche” de masas son eso… instrumentos de manipulación. La oposición a las invasiones de la dictadura mundialista que sitúa a una sometida USA como su base central no debe ir legitimada por el cursi cliché del llamado “pacifismo”, sino por la belicosa y noble lucha de oponerle los valores de nuestra civilización europea a esa dictadura mundialista: los valores de la PATRIA, la DIGNIDAD, el HEROISMO, la SABIDURÍA.
Así no es de extrañar que nuestro Ejército esté en “misión de paz” o que el Ministerio de Defensa esté dirigido por una fulana separatista que se declara pacifista y que se solidarizó con un hijo de puta que se cagó en España en la TV catalana. Y quién se solidariza con hijos de puta… también es un hijo de puta.
Carlos Coloma.

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